


En este fragmento no solo evocamos la obra literaria de Daniel, sino que también abrimos un espacio para resguardar la memoria de quienes caminaron junto a él en la vida y en la palabra. Entre ellos, Horacio Verzi, editor imprescindible en el panorama uruguayo, que con su mirada lúcida supo dar cobijo a páginas fundamentales, como El ojo de Cibeles, quizá la obra más trascendente de Daniel. También Arturo Arango, quien tuvo el gesto y las palabras precisas al entregar el Premio Nacional de Literatura en Cuba.
Aquí también está presente López Zacha, novelista que dio vida impresa a los libros de Daniel y cuya ausencia, desde el pasado año, nos recuerda la fragilidad de este oficio y la hondura de los lazos que nacen en él.
Quien no aparece en este fragmento, aunque está cerca, es Eras de León: escritor cubano que compartió largas jornadas con Daniel y a quien tuvimos la fortuna de filmar antes de su partida.
Sus voces, sus presencias, sus gestos conforman un coro que nos acompaña y nos recuerdan que la literatura no es solo obra escrita: es una tela de afectos, encuentros y pérdidas que sigue respirando en cada página.