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Los fragmentos perdidos son aquellas memorias que no quedaron en La caja negra, destellos de luz que flotan como pequeñas cajas en el tiempo. En este fragmento aparecen su primo cómplice y testigo de sus días en San José, su hijo, a quien dejó cuando apenas tenía dos años, y su hermana, seguidora de sus pasos. A través de ellos se abre una ventana íntima hacia lo que significa habitar su mundo, en esos hilos invisibles llamados lazos de sangre.
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